viernes, 25 de septiembre de 2009

Bienvenido, Otoño

Transportando en mi mochila azul marino las llamadas de madrugada para oír un "te quiero" mojado en alcohol, ese tan tú y tu mitad que fue un padre para mí, nuestros paseos por la playa contando las estrellas y teñidos de un verde marihuana, tu despiste inevitable al dejarte el bloc de dibujo olvidado en cualquier estación, esos ojos moteados y achinados que no me dejaron tocar más que con la punta de los dedos un alma herméticamente cerrada, la casa alquilada en el campo sin agua y sin luz en un exceso de ingenuidad, los dieciocho mal cumplidos y los veintitrés tan bien follados, el eterno despertar en camas desconocidas con un penetrante olor a tedio y resaca, los domingos dando vueltas astiada por la habitación, los papeles rotos debido a un mal presentimiento y los malos versos que me curaron del tenaz insomnio , los conciertos de Krahe que no quiero recordar, las canciones de Sabina que me vinieron muy tempranamente a buscar, el no llegar a fin de mes y la alquimia del no pagar las facturas de la electricidad, el ser la señoritadeldesnatado y la muñeca de la promoción, las fiestas de gente guapa que me daban ganas de vomitar, los madrugones sin desayunar para no llegar tarde a un trabajo en el que fichar, ese divorcio tan doloroso con la poesía, la culpa por ser cualquier mujer sin ser la que era en realidad, el de pronto crecer, el darme cuenta demasiado tarde de que todo tiene un final, Twin Peacks frente a la chimenea y abrigada con tu jersey, los piercings que ya me quité, el tatuaje que nunca me llegué a hacer, las palabras en hebreo que te susurré en esa ciudad, el olor a sudor, tu coche destartalado, las quejas de los vecinos y el candelabro que confieso te rompí. Llevo el peso del tiempo en mi mochila. Abro entonces la verja que da paso al parque solitario y desierto para que se esparzan y fluyan los recuerdos en el rumor monótono de la fuente.


Alphonse Mucha


OTOÑO

En el parque yo solo...
Han cerrado,
y olvidado
en el parque viejo, solo
me han dejad
o.

La hoja seca
vagament
e
indolente
roza el suelo...
Nada sé,
nada quiero,
nada espero.
Nada...


Solo
en el parque me h
an dejado
olvidado
... y han cerrado.

Manuel Machado, Alma, 1902.



Inicio el regreso a casa y me paro a contemplar la hoja muerta que súbitamente cae en la calle húmeda aún por una lluvia que desliza en cada una de sus gotas todo aquello de lo que no me quiero desprender. Me siento en un banco desgastado por los años, sin prisas, sola en el atardecer, ante los botes de mermelada de naranja, albaricoque y ciruela que reposan silenciosos y pacientes en el estante más alto de la cocina que me recuerda tanto a lo que fui, ante el rosáceo y azul del cielo de las tardes que anuncian viento, ante una canción cualquiera de Leonard Cohen o Joan Manuel Serrat, ante el Paseo Marítimo en cazadora y las carreras en tacón para huir del chaparrón, ante nuestros cafés descarados al saltarnos las clases para hablar sobre la teoría sexual de Freud, ante la lluvia mientras tomamos un capuccino en el Expresso y el croissant que alguna que otra lágrima se empeña todavía en bautizar, ante mi barbie rubia y su vestido rosa de princesa, ante el cuaderno que me regaló mi abuelo para que lo llenara de ideas, ante la estúpida lámpara de un todo a cien en la que hay peces que simulan nadar, ante el impulso de subirme a un columpio en cuanto lo tengo frente a mí y comenzar a volar, ante La Historia Interminable y las interminables historias que nos solíamos inventar cuando mamá no nos dejaba salir a jugar con la bicicleta, ante los castigos de papá que jamás cumplió y su tevoyallevaraunreformatorio, ante las meriendas de pan con chocolate y zumo de melocotón, ante los domingos en el Castillo de Bellver y el cuento del patito de la abuela antes de ir a dormir, ante los helados de stracciatella que no sabía pronunciar pero que ya me hacían tremendamente feliz, ante la máquina de escribir que me agencié en casa de los abuelos sin saber ni siquiera escribir, ante la mujer que me descubrió un mundo paralelo al mecerme entre historias de romanos junto a Quinto Metelo, ante la tristeza que siempre me caracterizó y la fantasía con la que nunca he dejado de caminar, ante los cómics de Asterix, Tintín, Mafalda y Mortadelo, ante la comba y el un, dos, tres, patito inglés, ante las monjas que ya desde pequeña me causaban aversión, ante mi primer amigo homosexual y la cazadora que nos compramos juntos, ante el uniforme a cuadros azul, ante los ojos que se me quedaron, redondos como platos, al ver que teníamos un perrito, ante el árbol de navidad y los turrones de almendra, ante, en fin, todo aquello que hace de mí quien me temo que soy e incluso ahora, o ahora más que nunca, me acunan y me conducen por una estrecha galería de espejos hasta el centro de Todo y Nada.



Alphonse Mucha





"Tournez, tournez, chevaux de bois".
Verlaine


Pegasos, lindos pegasos,

caballitos de madera.
.........................................
Yo conocí, siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!.

Antonio Machado, Galerías. Soledades. Otros poemas, para Poesías Completas, 1917.


Me quito las botas y pienso que siempre me ha gustado caminar descalza. Siempre me ha gustado el olor a café recién hecho por las mañanas, las rimas y los crucigramas, Italia y las iglesias, coleccionar braguitas de encaje, las botas altas, las voces graves, el mundo árabe, las miradas, regar las plantas, leer los sábados por la mañana al sol, tocar las piedras, perderme andando por las calles de cualquier pueblo o ciudad, los versos y las letras, los libros y su olor, el callo en el dedo de tanto escribir. Confundiendo vida y literatura escribo hoy esta entrada y os la dedico a tod@s vosotr@s, que me leéis. Y para ti, porque me enseñas a respirar aire nuevo y sin el descubrimiento de lThe Fall of Troy, de Tom Waits, no hubiesen nacido estas líneas. Aunque no me leas.


Gaspar Camps



ES MI ALMA

No sois vosotras, ricas aguas
de oro las que corréis
por el helecho, es mi alma.

No sois vosotras, frescas alas
libres las que os abrís
al iris verde, es mi alma.

No sois vosotras, dulces ramas
rojas las que os mecéis
al viento lento, es mi alma.

No sois vosotras, claras, altas
voces las que os pasáis
del sol que cae, es mi alma.

Juan Ramón Jiménez, La Estación Total, 1946.


jueves, 17 de septiembre de 2009

Mecagoentuputamadre

Estuve viendo el otro día un vídeo que me sorprendió especialmente por una cuestión: la poesía conseguía congregar a unas 6oo ó 700 personas. Claro que no sucedía en estos años que nos envuelven, ni en España, ni siquiera en Europa, pues hablamos de tierra norteamericana y de un poeta en particular: Charles Bukowski. Debo confesar, no obstante, que la anécdota en particular me recordó el interés que generó el viaje de Juan Ramón Jiménez a Puerto Rico, en los años cincuenta, producto de una de sus convalecencias y con el fin de dar clases en la Universidad. Al llegar a la ciudad, se encontró con masivos grupos de estudiantes y demás personas esperando su visita, siendo que en nuestra tierra siempre fue un poeta bastante incomprendido e injustamente tratado y estudiado. A raíz de ello estuve dándole vueltas a la idea de la potencialidad y la fuerza de la poesía. ¿Realmente estamos ante un arte minoritario? Puede, pero, ¿hasta dónde es capaz de llegar un poema?. Yo creo que su fuerza es ilimitada y, confiando en el poder del lenguaje, su influjo puede llegar a ser devastador. Pero ¿puede la poesía, tal y como nos movemos hoy en día, en esta sociedad digitalizada, en la que, en palabras de Bukowski, las masas elevan a los ineptos a la categoría de héroes, generar algún tipo de amenaza y conseguir alcanzar las entrañas como una bala? Mi respuesta es sí. Y me baso para ello en un joven poeta que se ha visto involucrado en una polémica que ha abierto una puerta para la esperanza de l@s que luchamos con el diccionario como escudo y la alquimia de las palabras como defensa. Estoy hablando de Gonzalo Escarpa y su Mecagoentuputamadre, publicado en una antología de Voces del Extremo (2009), para un encuentro poético en Béjar. Bien, el caso es que Gonzalo Escarpa juega con las palabras, atraviesa el sentido exacto de las mismas y subvierte el mundo tan herméticamente cerrado que tanto ha caracterizado este género desde sus incios. Poeta polifacético e irónico, sarcástico y moderno, no se muerde la lengua. Es más, da rienda suelta a sus versos y a pleno pulmón y acompañado por un megáfono consigue transmitir esa fuerza que solamente quien cree en lo que haces es capaz de manifestar.




Gonzalo Escarpa


MECAGOENTUPUTAMADRE

llora un niño como si tuvieralleno de estrellas un pulmónlos servicios de atención al clienteno son servicios ni atención ni cliente
el corte inglés anuncia un nuevo cierre del balance económico anualadivina adivinanza¿gana o pierde?¿pierde o gana?la burbuja económica y la utopía del cemento armadohasta los dienteslos de siempre se descojonan como siempre y donde siemprequé guay qué guay qué guayotra bonita montanbaikque le toca al de al ladoen barcelona basurama repasa el número creciente de obreros muertos en las obras de la emetreintasicreequelohavistotodovengaamadridyverácosasincreíblesla fiambrera obrera lanza pollas de globo (el glande rojo, un huevo morado, otro huevo amarillo)desde un ático céntrico el día de la boda realdionisio cañas llama ‘maricón’ a una florla poesía no es un arma cargada de futurola poesía no es una méquina dalicadala poesía no es la prosa que se muevela poesía, ni muchísimo menos, eres túllamemos a las cosas por su nombrela poesía es ritmo, rima (o no) y risala poesía, según juan larrea, es esto y esto y estola poesía, según antonio orihuela, es acción, resistencia,posibilidad de cambio, cambio de posibilidad, posición, lucidez,bocadillo de bruma, bala, vozla poesía, según nicanor parra, es llamar a las cosas por su nombrepues venga:esperanza aguirre, me cago en tu puta madrealberto ruiz gallardón, me cago en tu puta madrejosé luis rodríguez zapatero, me cago en tu puta madrejosé maría aznar, me cago en tu puta madresi tengo que recurrir al insulto es porque no me queda otrasi tengo que recurrir a la poesía es porque no me queda otrahay quien piensa que la poesía no puede caer en el insultome lo dicen constantementeen las lecturas, en las esquinas, en los márgenes de los poemaspero yo creo que el insulto es otroy que cualquier palabra, si nos ponemos, puede ser malsonantepero yo creo que hay que responderyo creo que ninguna pregunta debería quedar sin su respuestacreo que la creación es también, simplemente, una buena pregunta y una buena respuesta

lo insultante es quedarse paradoyo no tengo la culpayo no tengo la culpapero tampoco tengo la respuestayo no tengo la culpa de que tú, poeta de salón, endecasilabizado amigo de raquíticas revistas culturales, sigas pensando que la poesía se la debe coger con papel de fumar,o bien podría decir,para que me entendieras,yo no tengo la culpa de que sigas pensando que la poesía briza sus fulgores y nada sabe de cacarear,y te respondo porque todo tu cuerpo y sus acciones no son más que preguntasmira, ya que me pongopoeta de salón, me cago en tu puta madrea este poema no se le pueden caer los anillos por una puta más aquí o alláparreño aníbal pino ory botas merlo aguado costafreda camacho salgado moreno parodyqué sería del parnaso sin vuestro permisoqué sería del mundo sin terceras partesqué sería sin terceros mundossin responsabilidades a tercerosqué pasaría si nunca pasara nadapublicista de la comunidad de madriddiseñador de escombroesútilme cago en tu puta madrelas lilas siguen intentando que el feminismo sea un movimientoy no una parada de autobúsnodo50 se levanta contra todo lo que no signifique REDy a mí me encantaría escribir sobre el mar, pero no es planme encantaría vivir en una casa con jardín, pero no es planurbanísticome encantaría que hace algunos años no me hubiera perseguido un coche de la guardia civil con las luces apagadas y sobre todo que de ese coche no hubiera bajado nadie para registrarme y acusarme de cometer un delito contra la salud pública por llevar medio gramo de marihuana que vino a convertirse en cuatro gramos por obra y gracia de la burocracia para poder obligarme después a pagar 50005 pesetas de las de antespero eso fue exactamente lo que pasóporque ése era exactamente su planasí que no me vengas a decirque la poesía no tiene lugarque nadie sabe lo que es la poesíaque no quedan motivos ya para la poesíaque la poesía no sirve para nadaasí que no me vengas a decir lo mismo del compromiso, de la resistencia, de los abrazos, de la claridadno vengas con tu máscara de jarcias arboladas, no vengas con tus albos jinetes del amor,porque no queda tiempo y la tristezaes justo la alegríadel enemigome acaban de cobrar 10 euros por un sándwich de pollo en un aviónla azafata lleva los ojos pintados del color del logotipo de la empresa para la que trabajaa mí me siguen sorprendiendo estas cosasa mí a me gustaría a veces ser un polloun animal cualquiera y sin lenguajeun polloun pop-yo
un yo pero más poppop-éticomás pop-tencialpop-líglotapop-lémicopop pop pop pop pop pop pop poesía popular poesía popularantonio pop orihuela pop pop riechmann pop nicanor parra popanticapitalismo popantonio gómez pop tortilla de patatas popreal madrid pop estados unidos de pop comunidad de pop junta de andalucía popstop: parad las máquinaspoéticas hay todas perono todos los poemas son un barun golun grito un pin un ponhablar de hacer es NOasí que hagamoslos escritores viven para escribirlos poetas viven sólopara vivir





La polémica gira entorno a que el libro publicado por Voces del extremo ha sido financiado por el Ayuntamiento de Béjar, en una iniciativa de apoyo cultural y por motivo de un encuentro poético en dicha localidad. Y ha ocurrido algo... Los versos de Escarpa no han volado indelebles ni etéreos por el espacio nacional, sino que varios políticos han puesto el grito en el cielo por los insultos que en él aparecen.La poesía, una vez más, ha sido escuchada, pero no sólo eso, sino que ha conseguido su fin último: atravesar venas y arterias, remover tripas, generar emociones y dar de lleno en la diana. Gonzalo, lo clavaste. Con el verso se hizo la pr
otesta.



Y yo me pregunto y os pregunto, ya que la iniciativa Voces del extremo va a cargo de la Fundación Juan Ramón Jiménez, ¿qué pensaría el poeta de Moguer sobre tal ruído?. Quizás ni siquiera lo habría oído. Su camino era otro... much@s lo sabemos. Y su poesía, libre e individual como la que consigue generar un punzante malestar en aquell@s que no entienden de libertades. O quizás comprendan demasiado bien que alguien libre es quien no se deja convencer por un discurso vacío y repleto de necia retórica e interés electoral.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Sweet Girl

LESBOS

¡Qué lacra, la cocina!
Las patatas silban como ofi
dios.
Es Hollywood, sin ventanas,
la luz fluorescente pestañeando cual inaguantable jaqueca,
las puertas esquivas tiras de papel:
cortinas de teatro, crespo rizo de alféizar.
Y yo, amor mío, embustera pa
tológica,
y mi hija: mira su rostro, allá, en el
suelo,
como muñeco aún sin romper, esf
orzándose por
desaparecer:
como que es una esquizofrénica,
su faz, roja y blanca, da miedo,
dejaste sus gatitos ante tu ve
ntana
en una especie de hoyo de cemento
donde se ensucian y vomitan y ella no los siente.
Dices que no la aguantas,
la condenada.

Tú, que reventaste tus tubos como una mala radio
limpiándolos de voces y de histeria, rui
do estático
de lo nuevo. Dices

que debieras de haber ahogado a los gatitos. ¡Qué mal
huelen!
Dices que debieras de haber ahog
ado
a mi niña. Se cortará la yugular a los diez años
ya que a los dos está loca. El bebé
sonríe, rechoncho caracol,
desde los rombos lucientes de hule color naranja.
Te lo comerías. Es niño. Dice
s
que tu marido no te va. Su madre
judía guarda su dulce sexo como una
perla.
Tienes un bebé, yo tengo dos.

Me sentaría en una roca de Cornualles peinándome el cabello.
Me pondría pantalones de piel de tigre, debiera tener un
bello

amante. Debíamos encontrarnos en otra vida,
tú y yo. Entretanto
hay un hedor a grasa y caca de niño.
Estoy aturdida, abotagada por mi último soporífero.
El vapor de la cocina, el humoniebla de
l infierno
nos sobrevuela, dos venenos incompat
ibles,
nuestros huesos, nuestro pelo.

Te llamo huérfana, huérfana. Estás enferma.
El sol te da úlceras, el viento tuberculosis.
Solías ser bella.
En Nueva York, en Hollywood, los hombres
decían: “¿Ya?
La verdad, chica, estás de espanto”.
Teatro, teatro, teatro, la emoción, nada más.

El marido impotente se escapa, a tom
ar café.
Yo trato de tenerle en casa, pararrayos
viejo, los baños ácidos,

la exuberancia que le alejaba de ti.
Él va tragándolo todo, pedregosa cuesta abajo,
como furgoneta cansina. Las chispas son azul turquí.
Las viejas chispas azules están allí,
derramándose fragmentándose
en luces mil.

¡Oh joya! ¡Oh valiosa!
Esta noche la luna
arrastraba su saco de sangre, ani
mal
enfermo

faro arriba. Y luego
normalizóse, dura

y separada y blanca. El lucir
escalado en la arena que asustábame de muerte.
Íbamos recogiendo puñados de ar
ena, gozándolo,
trabajando como negros, cuerpo mulato,
el raspar sedeño.
Un perro recogía a tu perruno marido. Él seguía adelante.

Ahora, silente, cubierta

de odio hasta el cuello,
espeso, espeso.
No hablo.

Empaqueto las duras patatas como ropa cara,
empaqueto a los niños,
empaqueto los gatos enfermos.
Oh envase de ácido, es amor

lo que empapa. Sabes a quien odiar.
Él abraza sus hierros junto a la puerta:
ábrese y el mar la penetra, negro y blanco,
para ser vomitado luego de un t
ranco.
Cada día que pasa le llenas de sentime
ntalina,
como una jarra. Estás agotadísima.
Tu voz agita y sorbe mi pen
diente,
murciélago hematófilo. Eso justamente,
eso justamente. Por la puerta escrutas,
bruja. “Todas las mujeres son putas,
no hay comunicación, no hay puente”.
Veo tu decoración bonita
cerrársete encima como puño de bebé
o anémona, novia
del mar, cleptómana. Sig
o
sin experiencia,
quizá vuelva, digo.
Del embuste conoces bien la cien
cia.

Ni siquiera en tu Zen volveré a verte.

Sylvia Plath, "Lesbos" en Árboles de Invierno (1971). Traducción de Jesús Pardo para Antología, Madrid, Visor de Poesía (2003)




Maris Bustamante

¿Feminismo es sinónimo de transgresión? Es evidente que el título ya apunta hacia un punto de vista de género, con connotaciones a una sexualidad transgresora. La isla de Lesbos forma parte de una gran cobertura de islas cercanas a la costa de Turquía y es famosa por ser la patria de la poetisa Safo, cuyos poemas describían su amor apasionado hacia sus compañeras, de tal manera que comúnmente se considera que el término lesbianismo proviene del nombre de esta isla. El hecho de que el poema se titule precisamente Lesbos subraya el carácter que va a adoptar dicha composición, ya que supone una incisión en la invisibilidad a la que había estado sometida la mujer, así como un grito desgarrador tras el que se rompe de una vez por todas el silencio en el que el patriarcado sumía la realidad femenina, concretamente y explícitamente en este caso, la realidad lesbiana. Es importante tener en cuenta en este caso que es en los años setenta precisamente cuando aparecen los testimonios de lesbianas que procuran descubrir qué es lo que las hermana. Se trata, pues, de un testimonio cuyo sujeto poético anuncia ya desde el título un esfuerzo por decir lo que constituía en su momento de inefable, indecible y, por tanto, inexistente. En los años setenta la discusión a propósito de la existencia de una realidad lesbiana colectiva venía repleta de metáforas de invisibilidad. La experiencia lesbiana era considerada como un sinónimo de poseer el conocimiento necesario que permitía que alguien hablara como lesbiana, en nombre de todas las lesbianas, en la búsqueda de esta identidad colectiva, de esta manera de vivir particular que presuntamente comparten todas las lesbianas. Por lo tanto, Lesbos no sólo implica una reivindicación de la propia individualidad, como poetisa, sino también una evidente connotación política, asumiendo el principio por el cual “lo personal es lo político”. Ahora bien, pese a todo hay que tener muy en cuenta que quien pone voz al poema no es la autora como persona, sino el sujeto poético como ente reivindicante, cuyo fin es, por un lado, criticar el canon hegemonónico masculino, pero también el posible canon alternativo de la crítica feminista cuando dejaba de incluir textos de escritoras lesbianas, doblemente silenciadas, como mujeres y como lesbianas. Así pues, ¿cuál es el tema del poema?. Según mi punto de vista, el poema debe ser interpretado bajo una perspectiva lésbica, pero entendiendo ésta como la identificación de una mujer con otra, en este caso del sujeto poético con otra mujer, en una relación en la que los afectos y las emociones más fuertes entre dos mujeres se dirigen de la una hacia la otra. El contacto sexual puede ser, en mayor o menor grado, una parte de la relación, o puede estar completamente ausente, como sucede en este caso. Las dos mujeres prefieren pasar la mayor parte de su tiempo juntas y comparten la mayor parte de los aspectos de sus vidas con la otra. En este poema se tratará de una misma mujer, la autora, desdoblada en dos voces, por lo que buscará la identificación de la mujer con el lesbianismo fruto de una estrategia política y estética. Por otro lado, la mujer identificada con otra mujer, se compromete con las mujeres no sólo como alternativa a las opresivas relaciones masculino/femenino, sino primariamente porque ama a las mujeres. Consciente o inconscientemente, con sus actos, la lesbiana se ha dado cuenta de que dando apoyo y amor a los hombres en vez de a las mujeres perpetúa el sistema que le oprime. Y justamente ahí creo que reside el motivo central del poema, el hecho de dar la energía primaria a otra mujer, cosa que posibilita la concentración plena en la construcción de un movimiento para la liberación, ya que el lesbianismo es una opción política porque las relaciones entre hombres y mujeres son relaciones políticas, que implican poder y dominio. Puesto que la lesbiana rechaza activamente esa relación y escoge a las mujeres, desafía el sistema político establecido.


Angela Davis

Teniendo en cuenta lo hasta ahora expuesto, creo que el título supone una notable transgresión, ya que el lenguaje estructura la realidad y la literatura y todos los mundos posibles se forjan desde el lenguaje y en el lenguaje. Cualquier posible transformación tiene que pasar por el lenguaje y estoy segura que la autora de "Lesbos" tenía esta premisa muy en cuenta. Pasemos, pues, al poema, que se divide en cinco estrofas y no puede comenzar de forma más explícita: “¡Qué lacra, la cocina!/ Las patatas silban como ofidios”. Es evidente que nuestra autora tiene muy asumido el rol de mujer como ama de casa, al cual se opone, pero del cual parece no poder escapar. El hecho de que hable de la cocina como lacra induce a pensar que es una propiedad intrínseca a la mujer de la cual no se puede desprender, generándole una sensación desagradable y de asco, pues se comparan las patatas a los ofidios. Enmarca la acción cual si se tratara de una actriz cumpliendo un papel con hastío: Es Hollywood, sin ventanas,/ la luz fluorescente pestañeando cual inaguantable jaqueca/ las puertas esquivas tiras de papel:/ cortinas de teatro, crespo rizo de alféizar. Estos versos apuntalan la “escisión vital” entre la zona tradicional y moderna de la subjetividad de las mujeres, entre los roles de género impuestos y los que deseaban trazar. Además, es importante tener en cuenta que el matrimonio de la autora giró en torno a un amor que buscaba ser moderno, con la libertad necesaria para el ejercicio literario y la independencia económica, sincretizado con los requerimientos que el amor tradicional tenía para las mujeres. Así, se nos presenta a la mujer en su rol de ama de casa como una actriz de cine o teatro, cuyo papel cumple por imposición, como una autómata, pero del cual no obtiene placer alguno. Los versos siguientes, en forma de apóstrofe, enfatizan la idea señalada en líneas anteriores. Ahora se dirige a lo que parece su interlocutor: Y yo, amor mío, embustera patológica. Se refuerza la idea del cumplimiento de rol como imposición, como papel, pero mucho más enfatizado, pues se habla de una embustera patológica, haciendo referencia al hecho de mentir en el cumplimiento de las imposiciones sociales de género desde muy temprana edad, pero también al mito ampliamente extendido de la mujer como “embustera patológica”. Estamos, pues, ante un doble sentido. Y mi hija: mira su rostro, allá, en el suelo,/ como muñeco aún sin romper, esforzándose por/desaparecer/ como que es una esquizofrénica (...). El hecho de que haga referencia a una hija refuerza la perspectiva feminista del poema, ya que se la cosifica y dice de ella que es un muñeco que todavía no se ha roto, sino que se esfuerza por desaparecer. La mujer, como muñeco manejado por los demás, o bien termina por romperse, por desmembrarse, o bien desaparece y es condenada a la invisibilidad. Cuando no, es conocida la teoría de Charcot, que posteriormente Freud desarrolló, de la histeria propia del género femenino. En los años setenta las teorías freudianas habían sido sometidas a juicio, pero aún se le otorgaba a la mujer la cualidad de extremadamente impresionable. Así pues, por el hecho de nacer niña ya se le atribuye al infante una cosificación, una invisibilidad futura o bien falta de integridad- “aún sin romper”-, en todo caso siempre se puede explicar su comportamiento extravagante y propiamente femenino desde la enfermedad: “como que es una esquizofrénica”. Las personas esquizofrénicas suelen padecer alucinaciones auditivas, lo que comúnmente se conoce por “oír voces”. Las mujeres están sometidas a esas voces, las voces de la sociedad, las voces que las reclaman en supuestas obligaciones y que las perseguirán sometiéndolas a una constante mortificación desde la infancia. De ahí el carácter acusativo y peyorativo de la afirmación “como que es una esquizofrénica”. En los versos que van del 18 al 25 se acaba de desarrollar esta idea y se revela la identidad del interlocutor, que en este caso es una interlocutora: (haciendo referencia a la interlocutora) que reventaste tus tubos como una mala radio/ limpiándolos de voces y de histeria, ruido estático/ de lo nuevo. Dices/ que debieras de haberla ahogado/ a mi niña. Se cortará la yugular a los diez años/ ya que a los dos está loca. Partiendo del título, y suponiendo que estamos ante una relación lésbica, la interlocutora, ese “tú”, haría referencia a una mujer que rechaza su propia condición de género y se suma al desprecio por su condición de mujer. Es quien tuvo que someterse a presiones, autoculpabilidades y castigos por el simple hecho de nacer mujer, y, como quien se lava la lengua con jabón, reventó sus “ tubos limpiándolos de voces y de histeria”, sumándose al “ruido estático de lo nuevo”, es decir, contemplando la nueva realidad como una espectadora pasiva. No olvidemos, para poder comprender este debate entre dos voces, que la autora se debatía entre el mundo doméstico y la independencia, asumiendo a la vez los requerimientos que el amor tradicional tenía para las mujeres- madre y esposa- juntamente con la libertad necesaria para poder desarrollar su actividad poética e individual. Estos versos pueden contrastarse con los que van, en esta misma estrofa, del 25 al 28: El bebé/ sonríe, rechoncho caracol, (...)/ Te lo comerías. Es niño. Se contraponen el papel del niño al de la niña. Mientras que ésta es vista como un ser repelente, enfermo y que quizás hubiera sido mejor que no naciera, ya que se cortará la yugular a los diez años ya que a los dos está loca, el niño, el “bebé”, es visto como un ser deseable- “te lo comerías”-. Hay que tener en cuenta que la maternidad es concebida a la vez bella y siniestra, de ahí que se contrasten imágenes tiernas e imágenes viscosas relacionadas con el hecho de ser madre: “ofidios”, “muñeco”, “gatitos”, “ensucian y vomitan”, “qué mal huelen”, “bebé”, “rechoncho caracol”, etc. Dices/ que tu marido no te va. Su madre/ judía guarda su dulce sexo como una perla. Con estos versos empezamos a conocer un poco mejor a la interlocutora del poema. La autora nos resitúa en Lesbos y creo que insiste sarcásticamente en el carácter falsamente puritano, de doble moral, de su compañera. A continuación emerge un pensamiento automático propio del rol de género femenino, la competencia entre mujeres por la maternidad, el papel de la mujer como procreadora, cuyo fin último en la vida es la reproducción: tienes un bebé, yo tengo dos. El “yo” poético es la esposa y madre, la interlocutora es la esposa y madre del esposo, por lo cual volvemos a ver como se cumple otro estereotipo de género, mediante el cual la mujer no sólo es esposa y amante de su marido, sino que también debe actuar como madre del mismo. A partir de ahora nos encontraremos ante una enumeración de roles típicamente femeninos, fruto de la bipolaridad a la que se expone la autora, puesto que van desde la mujer dulce y grácil que se peina el cabello en una roca de Cornualles, hasta la mujer rebelde y aventurera que se pondría pantalones de piel de tigre y tendría “un bello amante”, para terminar aludiendo al amor inmortal, al carácter romántico atribuido desde décadas a la mujer: Debíamos encontrarnos en otra vida,/ encontrarnos en el cielo,/ tú y yo. Pero estos mitos caen por su propio peso y se alude a la realidad más inmediata. Entretanto/ hay un edor a grasa y caca de niño. La realidad es otra, y no provoca sino náuseas en nuestra autora que, para soportarla, debe acudir a ansiolíticos, pues le causa una insoportable desazón, llegando incluso a comparar una tarea habitualmente asumida por las mujeres, la cocina, con la tortura del infierno: Estoy aturdida, abotagada por mi último soporífero./ El vapor de la cocina, el humoniebla del infierno/ nos sobrevuela. A continuación, en los versos que van del 42 al 48, y que cierran esta primera estrofa, creo que se nos muestra una nueva pista sobre la identidad de la interlocutora, y pienso además, que no se trata sino de ella misma. De esta manera, dos mujeres confluirían en una sola. La mujer sometida a los roles tradicionales y la mujer que protesta y se opone a ellos, la mujer que sigue sus instintos de maternidad y la mujer que se niega a asumir el papel de madre. Una sola mujer dividida, rota, desmembrada, que oye otras voces y no es capaz de hacerlas compatibles. Te llamo huérfana, huérfana. Estás enferma/ El sol te da úlceras, el viento tuberculosis. La autora asume el papel de mujer sola en el mundo, huérfana por no encajar en una tradición de género, manteniendo una relación enfermiza con la naturaleza y relegada al espacio íntimo de la vida doméstica. Solías ser bella/ En Nueva York, en Hollywood, los hombres decían/ la verdad chica, estás de espanto. Contrapone su situación actual de enfermedad, de decrepitud, a la juventud, asumiendo una vez más otro rol de género, el hecho de que la mujer joven es bella, mientras que la mujer- madre, en la madurez, es un ser asexuado. Ahora bien, termina la estrofa con este verso: Teatro, teatro, teatro, la emoción, nada más. Si esta primera estrofa había comenzado en un teatro cuya escena representaba la cocina y a la madre de familia, termina en ese mismo teatro, pero representando otra escena, una escena del pasado cuyo papel principal es el de una mujer joven y hermosa expuesta a los cumplidos de los hombres que, en el fondo, no quieren más que una cosa, el tener relaciones sexuales, fruto de un impulso momentáneo: “teatro, la emoción, nada más”.

Sylvia Plath con sus dos hijos fruto del matrimonio con el también poeta Ted Hughes

En la segunda estrofa se remarca la idea de la mujer madura asexuada, “pararrayos viejo”, que “trata de tener en casa” a un marido que, cansado de la vida doméstica y familiar, “impotente se escapa a tomar café”. La tercera estrofa comienza con dos exclamaciones: ¡Oh joya! ¡Oh valiosa!. Otro de los mitos de género es la asociación entre la mujer y las joyas, puesto que, si por un lado es un regalo típicamente deseado por el género femenino, por otro lado es de larga tradición el comparar a las mujeres con las joyas, cosificándolas, poniéndoles precio y sirviendo al hombre como motivo de complemento y adorno. Se describe a continuación una escena de la noche, contraponiendo de nuevo la belleza de la luna a un elemento tórrido, esta noche la luna/ arrastraba su saco de sangre, animal/enfermo/faro arriba. Una vez más la ironía hace acto de presencia: un perro recogía a tu perruno marido. Él seguía adelante. ¡Cómo no! El marido, el hombre, siempre sigue hacia delante. En la última estrofa el “yo” poético adopta una postura bastante dura consigo misma, impregnada de sarcasmo. Reconoce ese odio ante una situación que la asfixia y no la deja vivir, pero que lleva dentro de sí escondido, sin manifestar, como reclamo del papel de mujer y madre que debe interpretar: Ahora, silente, cubierta/ de odio hasta el cuello,/ espeso, espeso. / No hablo. No, ella no lo grita ni se queja, sino que empaqueta las duras patatas como ropa cara/ empaqueto a los niños/ empaqueto los gatos enfermos. Se va acercando el final... En los siguientes versos se hace referencia al carácter romántico de la esposa, cualidad otorgada a su alter ego: cada día que pasa le llenas de sentimentalina, al amor que debe de sentir hacia su marido y que, por el contrario, él no es capaz de demostrar hacia ella: Él abraza sus hierros junto a la puerta: / ábrese y el mar la penetra, negro y blanco, /para ser vomitado luego de un tranco. Su alter ego, esa voz interior, le va justificando a diario esa falta de tacto por parte del esposo y la insatisfacción que le produce el hecho de ser mujer dulce y amante, acabando poco a poco con la fuerza del “yo” poético, como si le estuvieran chupando la sangre lentamente: Estás agotadísima/ Tu voz agita y sorbe mi pendiente,/ murciélago hematófilo. Se alcanza en esta estrofa un punto de tensión entre el “yo” poético y su otro yo, esa voz, esa relación lésbica que contrapone los dos polos opuestos de una misma mujer: la mujer esposa y madre y la mujer libre y asqueada de los deberes a los que ha de someterse por cuestión de género. Aparece entonces ese alter ego, por la puerta escrutas, bruja, y se escucha su voz apuntando a un tópico bastante frecuente: todas las mujeres son putas,/ no hay comunicación, no hay puente. El “yo” poético no puede evitar sentirse culpable por desear escapar del canon al que está sometida, ya que esa voz interior la repudia constantemente por esas ansias. Reconocemos en esa interlocutora la suma de tópicos, mitos y arquetipos que envuelven a la mujer a principios de los años setenta. Termina la estrofa aludiendo a la opresión a la que está sometida, pero sometiéndola a ese desdoblamiento, pues forma parte de la otra mujer a quien habla: Veo tu decoración bonita/ cerrársete encima como puño de bebé/ o anémona. Y la acusa de “cleptómana”, pues constantemente roba al “yo” poético instantes de su vida, energía. Creo que a continuación se expresa la idea de la muerte: Sigo/ sin experiencia, / quizá vuelva, digo./ Del embuste conoces bien la ciencia. Una vez haya muerto, al fin será una mujer a quien el mundo crítico aprobaría. Quieta, mansa, por fin dejaría de ser una amenaza. Y, una vez más, utiliza el sarcasmo con el verso “del embuste conoces bien la ciencia”, tópico que sitúa a la mujer como mentirosa por naturaleza y enlaza con el verso siete, en el que se llamaba “embustera patológica” a sí misma. Termina el poema con un solo verso: Ni siquiera en tu Zen volveré a verte. Una vez liberada de la vida se liberará también de cualquier lastre y alcanzará un estado de plenitud absoluto. Sin cuestiones de género, ni reclamos, ni deberes, ni remordimientos, pues mediante el Zen se consigue la plenitud eliminando cualquier esquema conceptual. Se consigue la esencia más pura, las personas pasan a ser el “yo” final sin necesidad de etiquetas clasificadoras. No hay lugar para los desdoblamientos. Es la pureza del “yo”, el “yo” absoluto, en el que tendrá cabida una sola voz.




Safo, Virginia, Anaïs, Sylvia... Transmigración poética inacabable e inagotable. Selene primigenia y séquito de almas que, en primitivo instante de éxtasis, comienzan a peregrinar por la noche encendida de mis sueños... Las voces de Sylvia Plath bien podrían ser nuestras propias voces, su lucha es todavía nuestra lucha y su poema signo irrefutable de que tras unos versos se esconde la esencia de un movimiento en pro de la igualdad.