jueves, 6 de marzo de 2014

Leopoldo María Panero y un millón de rosas

Leopoldo María Panero ha muerto, dicen.

Su poesía llegó a mi vida un verano y fue como un desgarro. Junto al delirio de los versos libres y la rima asonante, la más absoluta locura. Imágenes imposibles, terribles pesadillas e insólitas visiones, pero, entre tanta sombra y tanto dolor, la Pureza intacta, la Muerte de un blanco impoluto, el Silencio de la nieve.

En el obscuro jardín del manicomio
los locos maldicen a los hombres
las ratas afloran a la Cloaca Superior
buscando el beso de los Dementes.

Un loco de la maldición del cielo
canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una Princesa.

Los ángeles cabalgan a lomos de una tortuga
y el destino de los hombres es arrojar piedras a la rosa.
Mañana morirá otro loco: 
de la sangre de sus ojos nadie sino la tumba
sabrá mañana nada.

El loquero sabe el sabor de mi orina
y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
ello prueba que el destino de las ratas
es semejante al destino de los hombres.

Poemas del Manicomio de Mondragón (1978), en Poesía Completa (1970-2000), Madrid, Visor, 2006.



¿Quién fue el último de los Panero? Más allá de su imagen de poeta maldito, de outsider delirante, de escatólogico y dionísiaco aspirante del Parnaso, Panero tejió su tela de referencias literarias, cinematógraficas, mitológicas, históricas...construyó décadas de larguísimos poemas, introdujo y sirvió en bandeja el bagaje tremendamente cultural que en su mochila de desengaños arrastraba. Y no se lo puso fácil al lector.

LA MATANZA DEL DÍA DE SAN VALENTÍN

King-Kong asesinado. Como Zapata. ¿Por qué no, Maiacovsky? O incluso Pavese. La maldición. La noche de tormenta. Dies irae. La mentira de Goethe antes de morir. Las treinta monedas. La sombra del patíbulo. Marina Cvetaeva, tu epitafio serán las inmensas praderas cubiertas de nieve.

Así se fundó Carnaby Street (1979), en Poesía Completa (1970-2000), Madrid, Visor, 2006.




Leopoldo María Panero llama a las cosas por su nombre y es incómodo en un país de falsas razones y utilitarismo hueco. Huele la basura donde realmente no hay más que podredumbre, se mea en las togas  y el academicismo. Me pregunto porqué no ha sido un poeta más estudiado, más atendido, más nombrado por lo que es su Obra y no su Gracia. Porqué ha sido tan, tan, tan ignorado y arrinconado en los manuales y compilaciones.


LA CANCIÓN DEL CROUPIER DEL MISSISSIPI

Fifteen men on the Dead Man´s Chest.
Yahoo! And a bottle of rum!
Canción pirata

Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el Mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio de Veracruz, y que este
país es cierto, este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era
Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
Que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
-ginebra y cerveza, por ejemplo-
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de póker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en Dulce pájaro de juventud
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras subre
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es 
como una sinfonía la música del acabamiento.
Como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchar de vino
tinto y sangre Le livre des masques de
Remy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol entre los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas
Fifteen men on the Dead Man´s Chest
Fifteen men on the Dead Man´s Chest
Yahoo! And a bottle of rum!

Last River Together (1980) en Poesía Completa (1970-2000), Madrid, Visor, 2006.




Pero, sobre todo, Panero es Poesía, a la que amaba y que para el poeta era sinónimo de Madre, de Michi, al que adoraba y lloraba, de Vida y Supervivencia. Leopoldo María Panero se exilió hace ya mucho tiempo, y su individualidad reside en cada poema.

A MI MADRE
(reivindicación de una hermosura)

Escucha en las noches cómo se rasga la seda
y cae sin ruido la taza de té al suelo
como una magia
tú que solo palabras dulces tienes para los muertos
y un manojo de flores llevas en la mano
para esperar a la Muerte
que cae de su corcel, herida
por un caballero que la apresa con sus labios brillantes
y llora por las noches pensando que le amabas,
y dice sal al jardín y contempla cómo caen las estrellas
y hablemos quedamente para que nadie nos escuche
ven, escúchame hablemos de nuestros muebles
tengo una rosa tatuada en la mejilla y un bastón con
empuñadura en forma de pato
y dicen que llueve por nosotros y que la nieve es nuestra
y ahora que el poema expira
te digo como un niño, ven
he construido una diadema
(sal al jardín y verás cómo la noche nos envuelve).

Poemas del Manicomio de Mondragón (1987), en Poesía Completa (1970-2000), Madrid, Visor, 2006.

En Leopoldo María Panero converge la poesía sucia, satánica e irreverente, con un transfondo terriblemente humano, junto a una vertiente más culta, amoldada a tradicionales moldes estéticos que en su caso pasan prácticamente desapercibidos por la originalidad del contenido. A momentos sus poemas son una travesía imposible, requiere de enfrentamientos a múltiples fantasmas y sombras del pasado. A otros momentos es una tempestad soez y malsonante. Siempre sorprendente. Siempre un reto a la inteligencia y cordura. Un desafío al buen burgués. 

INVOCACIÓN Y LECTURA

Del color de la vejez es el poema
que a la vida insulta y a los hombres increpa
llamándoles con voz de sirena hacia el desierto:
qué larga es hacia la nada la procesión de los hombres
con gritos y relinchos, y fuego en los dos ojos
y ceniza que cae señalando el camino
y alabando al abismo la página que escribo
y que se dobla y se tuerce entre tus manos.

Contra España y Otros Poemas No de Amor (1990), en Poesía Completa (1970-2000), Madrid, Visor, 2006.



Llevo ya años pegada a Leopoldo María Panero como a un árbol de vida. Espero que al fin haya podido comerse su bien merecida porción de rosas en los brazos de esta luna de marzo

No dejemos que muera nunca.

DUMBO

El elefante se elevó en el aire
ante el asombro
de todos los presentes.

Tarzán Traicionado (1967), en Poesía Completa (1970-2000), Madrid, Visor, 2006.


(Aquí tienes, Leopoldo, el chocolate que te prometí. Lo siento, te creí inmortal).