jueves, 28 de agosto de 2014

La realidad aparte de Carlos y Alicia


(…)Tienes todo lo necesario para el viaje extravagante que es tu vida(…)

Relatos de Poder, Carlos Castaneda


A la hora de analizar los libros de Carlos Castaneda y Lewis Carroll, concretamente el que en este caso nos concierne, una se encuentra ante un aluvión de simbólicas posibilidades. Al crear mundos que se escapan de toda lógica racional -siguiendo un proceso compositivo, temática y estructuralmente coherente, completamente lógico, a expensas del crecimiento personal e intelectual del lector- las puertas abiertas a la interpretación resultan múltiples y diversas.  Es por ello que mi análisis va a resultar al fin y al cabo limitado, no es mi objetivo desmenuzar, comparativamente hablando, los universos de ambos autores, sino que voy a centrarme en algunos preceptos y símbolos que, bajo mi punto de vista, ambos comparten.

Sé que al retomar la lectura de estas historias, quizás transcurridos unos años, quién sabe, mi atención se centrará en otras claves, las mismas en las que ahora me fijo me parecerán diferentes y espero que la claridad con que las aborde sea mayor a la que ahora me guía. Precisamente de eso se trata, de dialogar con nuestros autores, de intercambiar experiencias e ideas, de crecer con ellos y gracias a ellos y a una misma. Empecemos, pues, nuestro viaje.





Carlos Castaneda y Lewis Carroll comparten como punto de partida el planteamiento de otros mundos o realidad aparte. Al ver la portada del libro y leer Alicia en el País de las Maravillas, Carroll nos sitúa en un universo alternativo y excepcional, en el que la magia, la sorpresa y el asombro regirán las andanzas de quien se aventure en él. En este caso, una niña, cuya individualización viene dada al ser su nombre protagonista del título. ¿Quién está en el País de las Maravillas? Alicia. Alicia y no otra persona. Es decir, tú, tú y nadie más. Nos invita entonces a una experiencia íntima e interior, que solo uno mismo puede vivir y experimentar.

No estamos, por ejemplo, ante un grupo de niños y niñas que se adentran en un armario para vivir la aventura de su vida, sino ante una sola persona, una extranjera en un mundo desconocido y maravilloso, con sus únicos recursos y cuestionable percepción. Es su propio camino de iniciación.


Carlos Castaneda también emprende y realiza su viaje iniciático como ente individual, pero a diferencia de Alicia, cuenta con la impagable ayuda de un chamán, que le guía a través de las insólitas situaciones que son el pan de cada día de esa realidad aparte. 

El crecimiento de ambos personajes se va forjando a lo largo de sus andanzas, conflictos, soledades…y la historia va adquiriendo sentido y coherencia a medida que los propios lectores vamos creciendo con ellos. Y una vez comprendemos, o creemos comprender, la intención de los autores.
Estamos, entonces, ante dos individualidades que emprenden un viaje iniciático: una niña y un adulto, que cuenta con la ayuda de un chamán.



Muy bien, pero, ¿qué es esa realidad aparte, ese País de las Maravillas? Mentiría si dijera que lo sé con certeza y me atrevo a señalar que, pese a la especulación literaria y psicológica, nadie es capaz de afirmarlo con rotundidad.

¿Es una experiencia onírica? ¿Es el subconsciente y sus símbolos? ¿Es una experiencia psicotrópica? ¿Es la sublimación artística del propio autor? Sea como sea, es una aproximación al mundo interior. Ese mundo interior sigue normas diferentes al exterior, pero necesita de una estructura lógica y coherente para ser entendido. Como veremos en la próxima entrada, ambos personajes hacen uso del ensueño, entre otras herramientas, para acceder a esa otra realidad. Realidad alternativa que, si bien se fundamenta , como acabo de señalar, en estructuras lógicas y coherentes, rompe con la propia lógica y coherencia de nuestro quehacer habitual, llegando incluso a la desestructuración del lenguaje como premisa fundamental de acceso a ese mundo o realidad aparte.




En todo caso, tanto en Carroll, como en Castaneda, nos encontramos ante una historia atemporal y universal, plagada de inquietudes y aprendizajes que, al fin y al cabo, nos hacen muy humanos